jueves, 28 de febrero de 2013
jueves, 21 de febrero de 2013
miércoles, 20 de febrero de 2013
Sexenni Democràtic
Sexenio revolucionario o democrático (1868-1874). En septiembre de 1868 los
generales Topete, Serrano, Prim y Dulce llevaron a cabo un pronunciamiento
militar, derrotando al ejército oficial (en la batalla de Alcolea) y expulsando
a Isabel II de España. Fueron apoyados por los progresistas, demócratas y
también por parte del pueblo que confiaba en que un cambio político les sacaría
de la crisis económica en que vivían. Tras la revolución y ante el vacío de
poder aparecieron las Juntas Revolucionarias, es decir, grupos de líderes
progresistas y demócratas locales que se erigieron en autoridad.
El general Serrano tomó el poder y dirigió un primer
gobierno provisional hasta que se celebrasen elecciones. En él figuraban
progresistas y unionistas, caracterizándose por la libertad de asociación e
imprenta, el sufragio universal, el desarrollo del capitalismo, la libertad de
cultos (aunque curiosamente se expulsó a los jesuitas). En las elecciones de
1869 vencieron los progresistas de Prim, los unionistas de Sagasta y los
demócratas de Ruiz Zorrilla. Las Cortes surgidas de esas elecciones promulgaron
la Constitución de 1869 cuyas características eran: libertad de asociación y
expresión, división de poderes, Cortes bicamerales con poder legislativo,
monarquía parlamentaría (el rey reina, pero no gobierna), libertad de cultos,
sufragio universal masculino.
La Constitución exigió la elección de un monarca, de
manera que mientras duró el proceso de elección ocupó la Regencia el general
Serrano. Serrano nombró a Prim como Presidente de un primer gobierno
caracterizado por la suspensión total de los fueros[1], por
establecer una clara jerarquía de los Tribunales, por la reforma del Código Penal
y por tener que hacer frente a problemas como el de los insurrectos
republicanos de septiembre y octubre de 1869, cuando se sublevaron contra el
poder agrupaciones locales de zonas periféricas –sin participación militar- con
la intención de instaurar una república federal[2].
Durante la Regencia cuatro candidatos se disputaron
la Corona de España: Fernando de Coburgo y su hijo Luis, Leopoldo de
Hohenzollern, el Duque de Montpensier y Amadeo de Saboya. Esta lucha provocó
también enfrentamientos internacionales, pues los países de origen de los
candidatos buscaban el trono de España para influir sobre ella (v.gr. la guerra
franco prusiana de 1870, so pretexto de defender la candidatura de Amadeo de
Saboya Francia y de Leopoldo Prusia) Finalmente fue elegido rey de España
Amadeo I de Saboya. Era un monarca de talante liberal, el candidato propuesto
por Prim. Con él se inició el período conocido como Monarquía democrática,
entre 1871 y 1873. Su reinado se caracterizó por el agravamiento de la
crisis, pues nada más llegar a España fue asesinado Prim, su máximo valedor
político; además no conectó con el pueblo que le consideraba extranjero. El
panorama político estaba muy dividido: progresistas conservadores de Sagasta,
progresistas radicales de Ruiz Zorrilla, demócratas (republicanos), alfonsinos
(liberales moderados de Cánovas del Castillo) y carlistas de Nocedal.
Tras la muerte de Prim, Serrano se encargó del
gobierno y de celebrar las elecciones en 1871, en las que venció una coalición
de progresistas conservadores y radicales, aunque en ellas los republicanos
recortaron distancias. No pudo hacer frente a la crisis económica ni a la
sublevación de Cuba y, por eso, fue sustituido por Ruiz Zorrilla, quien tuvo
que afrontar los problemas derivados del fenómeno “masa obrera”, sin encontrar
solución. La inestabilidad política era cada día mayor. Tras una nueva
suspensión de las Cortes, se celebraron elecciones en 1872 que dieron la
victoria a los progresistas conservadores de Sagasta. Poco después Sagasta fue
sustituido por Serrano y éste por Ruiz Zorrilla, quien en agosto del mismo año
convocó de nuevo elecciones.
Esta profunda inestabilidad política junto a la
polémica por la abolición de la esclavitud, el avance del carlismo, las
reivindicaciones de los legitimistas y el radicalismo de izquierdas provocaron
la abdicación de Amadeo I.
13. 1ª República (1873-1874). El 11.2.1873 las Cortes
proclamaron la República. A pesar de que parecía la solución a la crisis
política, social y económica, la 1ª República fracasó por ser más un cambio
político (una restauración de la fachada) que un conjunto de reformas socio
económicas. La República fue bien vista y promovida por los profesionales
liberales, por intelectuales, por la burguesía. Ocupó la presidencia de la
República Estanislao Figueras y se convocaron elecciones, cuyo resultado supuso
la adopción de la república federal.
Continuos cambios en la presidencia de la República
y del Gobierno demostraban la incapacidad de la República por imponer el orden.
A Figueras le sustituyó Pi y Margall (ocupando también la presidencia del
Gobierno); a éste le sustituyó en el Gobierno primero Salmerón y después
Castelar. Los problemas se sucedían. La revolución cantonalista del verano de
1873 protagonizada por las ciudades de la periferia (artesanos, tenderos,
asalariados) con la intención de imponer una república federal de abajo a
arriba, es decir, por voluntad espontánea de los rebeldes, sin imposición de un
esquema federal previo desde el gobierno, fue finalmente sofocada por Martínez
Campos y Pavía en 1874. Entre 1872 y 1876 se desarrolló la 3ª Guerra Carlista:
el pretendiente al trono Carlos VII, que llegó a dominar el territorio
vasconavarro y Cataluña en diciembre de 1873, fue derrotado por el avance de
Pavía y Martínez Campos entre 1874 y 1876. Mientras tanto, se seguía
arrastrando la rebelión de Cuba desde donde Carlos Manuel Céspedes, alentado
por el apoyo de los propietarios de plantaciones más la población negra, lanzó
en 1868 el Grito de Yara (manifiesto independentista). La guerra que
desencadenó esta sublevación se puede dividir en 3 fases: 1868-69, período en
el que se mezclan acciones de guerra y de negociación con el general Dulce a la
cabeza; 1870-72, fase caracterizada por la lucha y el equilibrio de fuerzas;
1872-1878, cuando se hace patente el apoyo de EEUU y Gran Bretaña a los
rebeldes.
Para poner orden, en 1874 el general Pavía llevó a
cabo un pronunciamiento militar y otorgó el poder a Serrano, quien dirigió un
gobierno compuesto por radicales y progresistas conservadores.
[1]
Como la sociedad brota de la naturaleza humana,
los distintos impulsos naturales del ser humano se ven representados en la
sociedad. Es decir, hay varias formas de sociabilidad que se armonizan entre
sí:
a)
instinto genésico
y de paternidad, que determinan la institución familiar
b)
impulso de
cooperación y mutua defensa con quienes tienen un modo común de vida y unos
mismo intereses: municipal (vecinal), gremial (profesional)
Ante todo, la necesidad de
armonía en el orden social y la tendencia de la razón hacia la unidad superior
determinan la forma política o superior autoridad civil (poder
político). De ese modo, el poder civil o político es supremo dentro
de la nación y actúa para que el bien común de los ciudadanos sea una realidad;
ordena e impulsa la cooperación social de sus súbditos preservándolos en el
interior contra la injusticia o el abuso y en el exterior mediante la defensa
nacional. Además, ha de fomentar o suplir los cometidos que las comunidades
naturales dejen de cumplir por sí mismas.
Los límites del poder
político son los que se deducen de la realización del bien común. Así pues,
cada poder (político y social) tiene una función de subsidiaridad en cuanto a
los individuos o grupos que se hallan en su jurisdicción.
[2]
El estado federal es aquel que está compuesto por la unión de estados que
tienen una serie de competencias (educación, policía, sanidad...), con la
particularidad de que cada estado tiene las mismas competencias pero las
administra a su albedrío, existiendo solamente algunas competencias de común
aplicación y administración en todos los estados (comercio exterior,
ejército...) En este episodio se entiende la revolución federalista como
reacción a la política rotundamente centralista del gobierno Prim, pero
reacción de inspiración liberal. Si la reacción hubiera sido de talante
tradicional, se hubiera llevado a cabo por carlistas hasta imponer de nuevo los
fueros, no privilegios e instituciones nuevas de tipo liberal inexistentes en
la tradición hispánica.
Govern Unió Liberal
Gobierno de la Unión Liberal (1856-1868). O´Donnell en el poder
volvió a imponer la Constitución de 1845. Hasta 1863 se consiguió una cierta
estabilidad política y un resurgimiento económico gracias a la colaboración
entre progresistas, moderados y unionistas. Sin embargo, una serie de problemas
fueron minando su existencia: levantamiento carlista en 1860 protagonizado por
Carlos VI, sucesos de Utrera y el Arahal y de Loja en 1861 (revueltas de
carácter social). El levantamiento de los Sargentos de San Gil en 1864
significó la caída de O´Donnell y su sustitución por el moderado Narváez. La
inestabilidad continuó incrementándose con la sublevación de Prim en 1865 -con
las consecuentes represalias contra los progresistas-, los sucesos universitarios
de San Daniel en 1865 y la crisis económica de 1866.
España llevó a cabo una serie de acciones bélicas en
el extranjero conocidas como guerras de prestigio, precisamente para recuperar
el prestigio nacional perdido tras la emancipación de Hispanoamérica: en la
Cochinchina en 1859 ayudando a los franceses tras una matanza de misioneros por
los indígenas; en Marruecos entre 1859 y 1860, para defender Ceuta ante la
ocupación de unos territorios por parte de los indígenas; en México para
conseguir una zona de influencia sobre América, en colaboración con Francia e
Inglaterra entre 1862 y 1869. Las dos primeras acciones consiguieron su
propósito y enaltecer los ánimos de los españoles; no así la tercera.
En medio
de la crisis progresistas, demócratas y unionistas se comprometieron a derrocar
a Isabel II y firmaron el Pacto de Ostende.
Bienio Progresista
El Bienio Progresista (1854- 1856). En 1854 los generales
liberales centristas (de la Unión Liberal) O´Donnell y Dulce, descontentos con
el autoritarismo de Narváez,
protagonizaron un pronunciamiento militar en Vicálvaro (vicalvarada) pero sin
obtener un claro éxito[1]. Lo
que desencadenó el fin de la Década Moderada fue un conjunto de revueltas
populares de carácter social en Madrid, Barcelona, Valencia y Valladolid
secundadas y promovidas por liberales progresistas y demócratas. Isabel II
llamó a Espartero para que formase gobierno con O´Donnell e imponer la paz.
Los liberales progresistas dominaron este período
caracterizado por la reinstauración de la Constitución de 1837 (aunque con una
sola cámara y más amplio sufragio), la represión del movimiento obrero en
Barcelona (donde tuvo lugar la segunda huelga general en España, sofocada el
2.7.1855) con la ejecución del líder Josep Barceló, la desamortización de Madoz
en 1855 (afectó a los bienes municipales del clero, la instrucción pública, la
beneficencia y la Corona), la violación del Concordato de 1851 con la Santa
Sede, el control gubernamental de los bancos, la persistente oposición de
obreros y carlistas y el fracasado intento de promulgar la Constitución de
1856, llamada non nata (proclamaba la soberanía nacional, la abolición de la
pena de muerte por delitos políticos, la libertad de conciencia, leyes
electorales rebajando la renta...)
La crisis existente debida a la tirantez en el gobierno entre políticos progresistas y unionistas (Unión Liberal) y a los frecuentes motines urbanos, hizo que O´Donnell llevara a cabo un pronunciamiento para tomar el poder.
[1]
En una época caracterizada por la inestabilidad política, en la que los golpes
de estado se hacían y deshacían con facilidad pasmosa y triunfaban siempre con
una movilización mínima muchos de ellos
fueron mal diseñados. En nuestro caso, O´Donnell fijó el pronunciamiento para
el 13 de junio, pero ninguno de los militares convocados acudió a la cita.
Decepcionado volvió a casa. Sin embargo el día 28 de junio consiguió que todos
los interesados en el pronunciamiento se reuniesen en Vicálvaro para tomar el
poder.
Dècada Moderada
En 1843 el general moderado Narváez toma el poder
iniciándose la Década Moderada (1844-1854). Ese mismo año Isabel II comenzó a reinar,
bajo la influencia de Narváez que consiguió la ruptura definitiva del
aislamiento internacional (provocado por los apoyos internacionales a los dos
bandos de la Guerra Carlista) e imponer una Constitución de cariz liberal
moderada en 1845. Las características de esta Constitución de 1845 son: el Rey
convoca las Cortes, la soberanía era compartida, el sufragio era censitario, se
reconocía la confesionalidad católica del Estado y el sistema legislativo era
bicameral. Aunque existía una división de moderados en puritanos (seguidores de
la Constitución de 1837), derechistas (del Estatuto Real de 1834) y centristas
(de Narváez), Narváez consiguió imponerse a todos ellos.
Hay que destacar como hechos relevantes en ese
período la creación de la Guardia Civil y del nuevo Código Penal en 1844, la
Reforma fiscal de Alejandro Mon de 1845 (que dividió los impuestos en directos
–rentas- e indirectos –tipo IVA actual-, división que perdura en la actualidad)
y el Concordato con la Santa Sede en 1851 (pérdida de la Iglesia de sus
facultades territoriales y jurisdiccionales pero reconociendo su papel en la
enseñanza y el matrimonio)
Además, entre 1846 y 1849 se desarrolló la 2ª Guerra
Carlista o Guerra dels Matiners, que se produjo fundamentalmente en territorio
catalán. Las causas se pueden encontrar en la oposición del pueblo catalán al
liberalismo, en que Vergara no aportó soluciones al problema de los fueros, en
la negativa de Isabel II a casarse con Carlos VI (hijo de Carlos Mª Isidro y
primo suyo por consiguiente) y a la crisis agraria. El general Cabrera fue el
más destacado líder de los carlistas.
Regència Espartero
Regencia de Espartero. El
general Espartero en 1840, gracias a su gran prestigio y al apoyo de los
liberales progresistas, obligó a renunciar de la Regencia a María Cristina y
tomó el poder. Continuó con la política desamortizadora, ahora sobre la
propiedad del clero en las ciudades. En seguida se encontró con la oposición de
una parte del ejército (Narváez, O´Donnell) que en 1841 intentó un fallido
pronunciamiento; con la oposición del pueblo de Barcelona que se rebeló en 1842
ante la política librecambista de
Espartero; y también con la oposición de miembros de su propio partido y
de las Cortes.
Regència Maria Cristina
Regencia de María Cristina (1833-1840). A la muerte de
Fernando VII, en 1833, Isabel II fue la nueva reina, aunque por la minoría de
edad se inició su reinado con una etapa de regencia dirigida por su madre María
Cristina. Ese mismo año estalló la 1ª Guerra Carlista, prolongándose hasta
1840, en la que se enfrentaron los tradicionalistas antiliberales o carlistas
(la mayoría del pueblo, la aristocracia y el ejército absolutista, junto con el
respaldo de la Iglesia, Austria, Prusia y Rusia) que reclamaban el trono para
Carlos Mª Isidro -denominado Carlos V-, contra los liberales o isabelinos que
aceptaban la legitimidad vigente de Isabel II (burguesía liberal, ejército
liberal, Portugal, Francia e Inglaterra –Cuádruple Alianza-) Los carlistas
consiguieron imponer su dominio en las Vascongadas, Navarra, Aragón y Cataluña,
e iniciaron una campaña para tomar Madrid que fracasó por distensiones internas
entre los mandos militares. El general carlista Maroto se rindió y firmó la paz
mediante el abrazo de Vergara con el general liberal Espartero, quien prometió
la inserción de los militares carlistas en el ejército oficial y la negociación
sobre el mantenimiento de los fueros. En esta primera guerra carlista, al igual
que las dos siguientes, lo que se discutía en realidad era la transformación o
no de España en un estado liberal; la discusión sobre la legitimidad de Carlos
V e Isabel II era secundaria.
El primer gobierno de la Regencia fue dirigido por
el déspota ilustrado Cea Bermúdez. En 1834 Martínez de la Rosa consiguió que
María Cristina promulgase su Estatuto Real, carta otorgada caracterizada por la
existencia de un poder legislativo que residía en el rey y en dos cámaras (la
superior, cerrada y predominante, formada por nobles y la alta burguesía; y la
de los comunes, elegida por sufragio censitario) y en la capacidad de
iniciativa legislativa del Rey.
Desde el gobierno se lleva a cabo una política
anticlerical (expulsión de los jesuitas y suspensión de los conventos de menos
de 12 miembros en 1835), que anima a las masas urbanas liberales a la quema de
conventos y matanza de frailes con total impunidad (1834 y 1835) En medio de
este caos, los obreros urbanos de Barcelona el 5 de agosto de 1835 aprovecharon
la ocasión decretando la 1ª Huelga General de España, con la intención paralela
de evitar una dura represión gubernamental.
Enemigo de la Iglesia Católica como cualquier buen
liberal, el ministro Juan Álvarez Mendizábal en 1836 llevó a cabo una política
desamortizadora para paliar la crisis de la Hacienda española: expropió (robó)
bienes de la Iglesia y los vendió a fin
de conseguir ingresos para el Estado. Sin embargo, no consiguió su propósito
porque al salir a la venta una gran cantidad de bienes y existir muy pocos
compradores (sólo los burgueses liberales adinerados), fueron comprados a muy
bajo precio. Además, esta postura molestó enormemente al bando carlista,
radicalizándose así la lucha en la 1ª Guerra Carlista. Tampoco logró Mendizábal
el propósito de que la riqueza de la tierra quedara más repartida entre los
españoles mediante la desamortización, pues los únicos que podían comprar
tierras eran los que tenían dinero, es decir, los burgueses capitalistas, no el
pueblo.
La
Regente se decantó hacia el liberalismo moderado, cosa que no fue bien admitida
por los políticos liberales progresistas. En 1836 un grupo de militares
progresistas tomaron el Palacio de la Granja y presionaron a la Regente para
que aceptase un gobierno progresista. Ésta así lo hizo. Se discutió entonces la
promulgación de una nueva Constitución que acabó siendo de carácter moderado en
1837: sistema bicameral, el Rey nombraba y deponía a los ministros, pérdida de
iniciativa legislativa del Rey, el sufragio sería directo y censitario para el
Congreso e indirecto y censitario también para el Senado, el Estado no se
declaraba confesional y se imponía la Ley Municipal (elevar el nivel de renta
necesario para votar y ser elegidos para así eliminar a los progresistas que
eran la burguesía media)
Ferran VII
Fernando VII recuperó el trono y llevó a cabo una dura
represalia contra los liberales; de ahí que entre 1823 y 1833 hablemos de
Década ominosa (abominable para los liberales). El rey impuso el absolutismo,
para acabar permitiendo un despotismo ilustrado en los últimos años de su
reinado. Por eso se granjeó una fuerte oposición por parte de los militares y
campesinos absolutistas (rebelión organizada por la Federación de Realistas
Puros, conocida como de los agraviados o malcontents catalanes en 1827, que a
pesar del éxito inicial en Cervera, Vic, Manresa, Valls, Reus, Puigcerdá,
terminó fracasando); y también por parte de liberales progresistas (intento
fallido de revolución liberal llevada a cabo por el general José Mª Torrijos,
desembarcando en Fuengirola en 1831)
Llegamos al punto de estudiar los sucesos de la Granja. En
la Corte existía una continua lucha interna entre políticos absolutistas y
liberales moderados por influir en el rey, cerrando filas en torno a Carlos Mª
Isidro (hermano del rey) y la reina
María Cristina y su hermana la infanta Carlota, respectivamente. Desde Felipe V
estaba vigente en España la ley sálica, es decir, sólo podían heredar la corona
mujeres si no existían hijos varones del rey ni -en ausencia éstos- varones en
todas las ramas del tronco regio. Fernando VII no tenía hijos varones. Cuando
conoció en 1830 que la reina María Cristina estaba embarazada (de la futura
Isabel II) derogó la ley sálica e impuso la ley de las Siete Partidas de
Alfonso X que establecía como heredero de la corona al hijo varón de más edad,
siguiéndole los demás varones y, de faltar éstos, la primera hija (de esta
manera quería asegurarse que un hijo –varón o mujer- suyo heredase el trono).
Al conocer esto los políticos absolutistas, que querían a Carlos Mª Isidro como
sucesor, presionaron hasta conseguir que en 1832 el rey restableciera la ley sálica.
Pero la infanta Carlota animada por los liberales consiguió obligar a Fernando
VII a abolir nuevamente la ley sálica.
lunes, 18 de febrero de 2013
domingo, 3 de febrero de 2013
Criteris de correcció examen 3r parcial
1) Presentación del text. De quin text es tracta? On se situa? A quina data? Qui el va redactar?
- Henry Ford, empresari nordamericà del sector automobilístic
- Text partidari i elogiós de la Segona Revolució Industrial, a partir de 1850
1,25 x 2 = 2,5 punts
2) Què vol dir "...El hombre no debe tener un segundo menos de lo que necesita, ni un segundo más..."
- Fabricació en sèrie, cadena de producció, taylorisme, màxim aprofitament del treball dels operaris
- Obrers ben pagats, potencials compradors del vehicles
1,25 x 2 = 2,5 punts
3) Què pots explicar de l´era del maquinisme de la Primera Revolución Industrial?
- augment producció, baixa cost producció
- preus més barats, més demanda, més beneficis
- 1eres. màquines energia animal, hidràulica
- 1769 James Watt, màquina vapor, carbó
- sistema fabril
- tèxtil, llençadora volant Kay, teler mecànic, Water frame, Mule, Jenny
- siderúrgic, carbó mineral, més ferro
- Bessemer, acer
- Subministrament ferro
- Ferrocarril, màquines, eines agrícoles
0,25 x 10 = 2,5 punts
4) Com era la societat de l´era industrial? Va haver-hi cap reacció contra aquest tipus de societat? Quina o quines?
- Burgesia, classe hegemònica
- Gran burgesia (banquers, rendistes, grans propietaris), mitjana (professionals liberals, funcionaris) i petita (botiguers)
- Obrers, proletariats. Condicions precàries de vida: salaris baixos, habitatges insalubres
- sindicats
- marxisme i anarquisme: societat comunista
0,5 x 5 = 2,5 punts
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