Gobierno de la Unión Liberal (1856-1868). O´Donnell en el poder
volvió a imponer la Constitución de 1845. Hasta 1863 se consiguió una cierta
estabilidad política y un resurgimiento económico gracias a la colaboración
entre progresistas, moderados y unionistas. Sin embargo, una serie de problemas
fueron minando su existencia: levantamiento carlista en 1860 protagonizado por
Carlos VI, sucesos de Utrera y el Arahal y de Loja en 1861 (revueltas de
carácter social). El levantamiento de los Sargentos de San Gil en 1864
significó la caída de O´Donnell y su sustitución por el moderado Narváez. La
inestabilidad continuó incrementándose con la sublevación de Prim en 1865 -con
las consecuentes represalias contra los progresistas-, los sucesos universitarios
de San Daniel en 1865 y la crisis económica de 1866.
España llevó a cabo una serie de acciones bélicas en
el extranjero conocidas como guerras de prestigio, precisamente para recuperar
el prestigio nacional perdido tras la emancipación de Hispanoamérica: en la
Cochinchina en 1859 ayudando a los franceses tras una matanza de misioneros por
los indígenas; en Marruecos entre 1859 y 1860, para defender Ceuta ante la
ocupación de unos territorios por parte de los indígenas; en México para
conseguir una zona de influencia sobre América, en colaboración con Francia e
Inglaterra entre 1862 y 1869. Las dos primeras acciones consiguieron su
propósito y enaltecer los ánimos de los españoles; no así la tercera.
En medio
de la crisis progresistas, demócratas y unionistas se comprometieron a derrocar
a Isabel II y firmaron el Pacto de Ostende.
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